Repsol tiene previsto ofrecer a finales de 2012 canjear los 3.000 millones de euros a que ascienden sus participaciones preferentes en deuda convertible necesariamente en acciones. Sus participaciones preferentes, colocadas por entidades financieras como La Caixa, cotizan actualmente al 68% de su valor nominal.

El objetivo que persigue Repsol con esta maniobra es claro: reducir a cero la deuda del grupo. ¿Beneficiará esta medida a los poseedores de participaciones preferentes? Difícilmente. Pasarían a tener un producto que sólo beneficiaría a la entidad –que vería reducida su deuda- y, al cabo de 3 años –cuando finalizara el plazo de emisión-, entrarían de lleno en el accionariado de Repsol.

¿Qué tiene esto de malo? En primer lugar, obviamente, que los consumidores seguirán sin tener su dinero al menos hasta dentro de tres años, cuando puedan recuperar parte de sus ahorros vendiendo las acciones en Bolsa. Sin embargo, ¿cómo cotizarán entonces las acciones? En lo que va de año los títulos de Repsol han pasado de cotizarse a 24’35 euros a hacerlo en la actualidad en torno a 12’85 euros. La pérdida es cuantiosa.

ADICAE continuará exigiendo que las entidades financieras que colocaron indebidamente participaciones preferentes entre los consumidores –como ocurrió con las de Repsol- devuelvan de manera inmediata la totalidad de los ahorros ‘invertidos’, reclamando la nulidad de los contratos ya que eran productos destinados a inversores especializados en la materia.

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