La crisis económica y los abusos bancarios siguen, poco a poco, menguando el volumen de depósitos tradicionales que alberga la banca española. Así se deduce del balance del Fondo de Garantía de Depósitos a cierre de 2012, que asegura que algo más de dos tercios del dinero invertido en depósitos, un 68%, podría ser recuperado por parte de los consumidores en caso de quiebra del sistema financiero. El FGD presenta un balance satisfactorio, con máximos tanto en el porcentaje de cobertura como en importe global garantizado, pero ese balance esconde sombras preocupantes para los consumidores.

La primera, que los bancos son remisos a cumplir con sus aportaciones para dotar de fondos a este FGD, y a finales de 2012 su disponibilidad financiera era de menos de 900 millones de euros, invertidos además en deuda pública española. En su balance el FGD se encarga de recordar que en febrero de 2013 hubo una aportación extraordinaria de 1.500 millones de euros; aún así, la capacidad de este Fondo de Garantía es menor de lo aconsejable en unas circunstancias difíciles tanto para el sistema financiero español como para los consumidores.

La segunda cuestión preocupante, más si cabe, es que realmente está cayendo de manera sostenida el importe sometido a garantía, esto es, el volumen total de depósitos garantizados que hay en España. 2009 marcó un hito positivo, 1,22 billones de euros estaban en depósitos amparados por el FGD. Sin embargo, desde entonces, la cifra no ha parado de caer, y se ha situado a finales de 2012 en 1,16 billones, un 5% menos. Son 60.000 millones de euros menos, fundamentalmente pequeños ahorros de consumidores que han tenido que echar mano de ellos por culpa de la crisis, y depósitos que se han convertido en fondos de inversión o productos de riesgo en muchas ocasiones comercializados de manera poco transparente.

Hasta tal punto es preocupante esta tendencia, que incluso la Comisión Nacional del Mercado de Valores se ha visto obligada a lanzar una comunicación a la banca española para que se asegure de comercializar productos de inversión como lo que realmente son, entre inversores y consumidores con conocimientos en la materia. Durante los primeros meses de 2013 se han convertido en fondos de inversión un total de 1.500 millones de euros en depósitos, con el agravante de que esos fondos de inversión están obteniendo pérdidas que se cargan en las espaldas de los ahorradores.