Durante 2013 se registraron 311.414 operaciones de compraventa de viviendas, un 2,2% menos que el año anterior, según las cifras que muestra el INE en su última estadística. Estos datos señalan que la venta de inmuebles residenciales suma tres años con caídas y supone la cifra más baja de la serie histórica. Eso sí, a pesar de la caída, la transacción de viviendas de segunda mano se incrementó un 2,2%.

Lo que muestra cuál es la tendencia en el mercado residencial: vivienda usada, lo más asequible posible, y recurriendo lo menos posible a los préstamos hipotecarios u otros créditos. Situación normal en una economía en recesión, con los ingresos de los consumidores en mínimos, y con una disponibilidad de ahorro estancada y con dificultades para encontrar valores seguros y con poco riesgo.

El 88,8% de las viviendas transmitidas por compraventa en 2013 fueron libres y el 11,2% protegidas, dice el INE, que señala que el número de viviendas libres transmitidas por compraventa bajó un 1,2% respecto a 2012 y el de protegidas un 9,6%. Pero el dato clave está en lo siguiente: El 46,6% de las viviendas transmitidas por compraventa en el año 2013 fueron nuevas y el 53,4% usadas. El número de operaciones sobre viviendas nuevas disminuyó un 6,8%, mientras que el de usadas aumentó un 2,2% respecto al año 2012, lo que implica que ya se venden más pisos usados que a estrenar.

[entresacado]Sin mejores condiciones para la obtención de créditos hipotecarios, sin un mercado del alquiler mejor desarrollado y que proteja los intereses de los consumidores, el ladrillo en España se verá siempre sometido a vaivenes especulativos[/entresacado]

España sigue sufriendo las consecuencias de un mercado residencial absolutamente desequilibrado, sin control ni regulación alguna, que se desarrolló de manera hiperactiva durante los años de la burbuja y que ahora está viviendo una corrección extrema. Sin mejores condiciones para la obtención de créditos hipotecarios, sin un mercado del alquiler mejor desarrollado y que proteja los intereses de los consumidores, el ladrillo en España se verá siempre sometido a vaivenes especulativos e insostenibles.