Los consumidores siguen sin ver la salida a la crisis que algunos anuncian y de lo que parece sugerir el optimista Índice de Confianza del Consumidor. Poco tienen que ver las circunstancias reales con lo que dan los índices. Los problemas de sobreendeudamiento, cuya expresión más dramática son las ejecuciones hipotecarias, siguen estando a la orden del día.

La conducta de los bancos con los consumidores tampoco ha mejorado, con ofertas vergonzosas y con unas cifras de reclamaciones que dan idea de que la banca no ha mejorado sus prácticas. Por si fuera poco, las grandes decisiones económicas tomadas por gobiernos e instituciones europeas en poco o nada mejoran la situación de los consumidores.

En Europa, como se está viendo, las grandes decisiones económicas se toman al margen de los consumidores, e incluso de los gobiernos democráticamente electos. Solo hay que ver cómo la “Troika”, formada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE), con la aquiescencia y batuta de Angela Merkel, pone freno a cualquier intento de cambiar de rumbo en Grecia.

En España, las recetas de la “Troika”, a base de austeridad y recortes, han conseguido que la renta por habitante española haya retrocedido 16 años en su comparación con la media de la Unión Europea. Las últimas decisiones del BCE afectan a los consumidores españoles directa e indirectamente.

La rebaja y mantenimiento de los tipos de interés en la zona euro al 0,05% ha hecho que los bancos españoles se lancen a ofertar hipotecas, aprovechando que han bajado los diferenciales, pero lo hagan con ofertas que incluyen gastos y productos añadidos. Los consumidores con cláusula suelo no se benefician de la bajada de tipos, o se ven tentados a cambiar las cláusulas suelo por tipos de interés fijo desmesurados.

Por otro lado, la bajada de tipos también ha servido de excusa a los bancos españoles para ofrecer una retribución irrisoria por los depósitos, en muchos casos por debajo del 0,5%. La anunciada inyección de dinero del BCE puede servir de estímulo a la economía general, pero en el caso de España, si se produce una subida de la inflación (precios) sin que vaya acompañada de una mejora en la renta disponible de los consumidores, puede complicar más la situación económica de las familias.

Frente a medidas y decisiones que no dan solución a los problemas de la economía de los consumidores, sigue siendo necesaria la movilización y la reivindicación, ser auténticos agentes activos de consumo, para lograr un verdadero nuevo modelo de consumo más justo y sostenible.

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