¿Es posible empeorar todavía más la seguridad de los usuarios de servicios financieros? Aunque parezca mentira en la época de fraudes como los de las participaciones preferentes, sí. Lo es. Visa y la inmensa mayoría de la banca española lo están demostrando, realizando una intensa campaña de promoción de las tarjetas contactless, que tienen graves problemas de seguridad de cara a los usuarios.

Estas tarjetas, con las que la banca quiere inundar los comercios y cajeros de toda España, suponen un claro riesgo para los consumidores en caso de robo. Con la tarjeta de banda magnética se exigían tanto el DNI como la firma gráfica, con la tarjeta con chip se exige el DNI –sólo si nos lo pide el establecimiento- y es necesario teclear el PIN, que se equipara a la firma gráfica; pero con las tarjetas contactless, para compras de menos de 20 euros no se exigen ni DNI, ni firma, ni PIN. Es un claro retroceso en la seguridad de los consumidores.

Entre abril y junio de 2013 se contabilizaron 3,6 millones de transacciones sin contacto Visa en España y se emitieron 600.000 nuevas tarjetas de este tipo, alcanzándose un total de 3,5 millones. España ya es el segundo país europeo con la mayor tasa de crecimiento de tarjetas sin contacto (+38,3%), por detrás de Irlanda. En términos generales España es el quinto país de Europa en el que más tarjetas de este tipo existen.

 Su seguridad es ínfima 

Algunas entidades financieras están obligando a sus clientes a renovar las antiguas tarjetas por las contactless. Es más, incluso algunos bancos las están mandando por correo ya a sus clientes obligándoles a realizar dicho cambio e indicándoles que, de no hacerlo, no tendrán ninguna otra tarjeta.

Los ‘servicios’ de seguridad que los bancos ponen a disposición de sus clientes no son, en absoluto, suficientes. Algunos cubren “todas las compras y disposiciones de efectivo fraudulentas realizadas el día del bloqueo de la/s tarjeta/s y en los dos días anteriores a esta fecha”. Algo totalmente insuficiente.

Según la banca una de sus ‘ventajas’ es que el consumidor, ahora, no tendrá que dejar la tarjeta a ninguna persona para poder realizar sus pagos. Sin embargo esto ya está estipulado en la legislación española vigente, con la nueva normativa de pagos que introdujo las novedades de los datáfonos WiFi para que el consumidor no perdiese nunca de vista su tarjeta e, incluso, la introdujera él mismo en el terminal.

Pongamos un caso práctico: A un consumidor le roban su tarjeta y no se da cuenta hasta tres, cuatro o cinco días después porque simplemente no la utiliza todos los días, únicamente los fines de semana (por ejemplo). El destrozo económico que le pueda hacer el ladrón –que podrá efectuar todas las compras de menos de 20 euros que quiera sin que nada ni nadie verifique su identidad- es considerable.

ADICAE insta a los consumidores a sopesar bien los pros y los contras de utilizar este tipo de tarjetas y a no dejarse llevar por la supuesta comodidad de este tipo de pagos sin valorar los graves problemas de seguridad detectados.

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