El 12 de septiembre se hizo efectiva la aplicación de una nueva normativa europea, el Reglamento de Datos, también conocido como Data Act, que marca un antes y un después en el mundo digital. Su propósito es que nosotros, como usuarios, seamos dueños de los datos que generamos y podamos elegir qué hacer con ellos.
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Aunque ya ha comenzado a aplicarse, algunas de sus disposiciones se implementarán de forma progresiva y no serán plenamente efectivas hasta 2026.
En ADICAE creemos que, en la sociedad digital, los datos son un recurso de enorme valor. Pueden mejorar servicios personalizados, impulsar la innovación tecnológica o aumentar la eficiencia en sectores clave. Pero ese valor no debe quedarse solo en manos de las grandes compañías: también debe revertir en quienes generamos esos datos, es decir, en las personas consumidoras, que tenemos que conocer la importancia de nuestros datos y saber cómo podemos aprovecharlos.
Hoy vivimos rodeados de dispositivos conectados que registran casi todo lo que hacemos: un reloj inteligente que mide nuestros pasos, un coche que guarda nuestras rutas o un robot aspirador que aprende cómo es nuestra casa. Toda esa información tiene un valor incalculable, y hasta ahora no siempre estaba claro quién podía utilizarla ni con qué fines. Con este reglamento se establecen normas claras para que el control de esa información también esté en manos de los consumidores.
¿Qué son los productos y servicios conectados?
El reglamento define como producto conectado a cualquier dispositivo capaz de recoger y transmitir información sobre su uso, su entorno o su rendimiento. Esto incluye:
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Dispositivos cotidianos, como pulseras o relojes inteligentes que monitorizan pasos, pulsaciones u horas de sueño.
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Electrodomésticos conectados, desde neveras que miden el consumo hasta bombillas inteligentes o robots aspiradores que mapean el hogar.
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Vehículos conectados, que almacenan datos de ubicación, trayectos, consumo y estado interno.
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Maquinaria industrial inteligente, que genera datos sobre la producción de un empleado o el mantenimiento de máquinas.
Junto a los aparatos físicos, el Data Act también alcanza a los servicios conectados, aquellas plataformas, aplicaciones o herramientas online que procesan, analizan o gestionan los datos generados por un dispositivo físico. Lo que incluye:
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Plataformas en la nube: son servicios que guardan y procesan los datos en servidores externos en lugar de tu propio dispositivo. Ejemplo: cuando tu coche eléctrico sube a la nube información sobre tus trayectos o consumo, que luego puedes consultar.
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Aplicaciones de análisis: son programas o apps que no solo almacenan, sino que interpretan los datos para ofrecerte conclusiones o recomendaciones. Ejemplo: una app de fitness que analiza tus pulsaciones, sueño y pasos para darte consejos personalizados.
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Herramientas de gestión que cruzan y utilizan esos datos: son programas o servicios que juntan información de diferentes aparatos o aplicaciones para darte una visión más completa y útil. Ejemplo: una app de casa inteligente que combina los datos de tu calefacción, las luces y los sensores de movimiento para ajustar automáticamente la temperatura y ahorrar energía.
En definitiva, hablamos de un ecosistema digital en constante crecimiento que produce información valiosa de forma permanente.
Tus nuevos derechos como consumidor
El Data Act refuerza los derechos ya reconocidos en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), pero con un enfoque mucho más práctico y adaptado a la realidad de los productos y servicios conectados. Para ti significa:
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Acceso sencillo y gratuito: podrás consultar los datos generados por tus dispositivos de forma clara, segura y en tiempo real. Ejemplo: podrás ver los registros de tu coche sobre consumo de combustible o estado de piezas, sin depender de que el fabricante te cobre por esa información.
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Portabilidad sin barreras: tendrás la opción de mover tus datos a otro proveedor o pedir que se transfieran directamente a un tercero. Ejemplo: si cambias de aplicación de salud, podrás mover el historial de tu reloj inteligente sin tener que empezar desde cero.
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Acceso por diseño: desde 2026, los dispositivos deberán estar pensados desde el inicio para que acceder a los datos sea fácil e inmediato. Ejemplo: un electrodoméstico inteligente tendrá que incluir desde el inicio una forma clara de exportar datos sobre consumo energético.
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Transparencia total: las empresas estarán obligadas a informarte sobre qué datos recogen, para qué los usan, con qué frecuencia y si los comparten. Ejemplo: si usas una aspiradora inteligente, sabrás si los mapas de tu casa se guardan, se usan solo para mejorar el servicio o se comparten con terceros.
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Contratos más justos: se limitarán las cláusulas abusivas que restringen tu libertad para usar o transferir tus propios datos de una compañía a otra. Ejemplo: si hoy una empresa te dice que no puedes compartir con un taller independiente los datos de tu coche, eso dejará de ser legal, porque esos datos también te pertenecen a ti.
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Compatibilidad entre servicios y proveedores: para evitar que los consumidores queden “atrapados” en una única plataforma, de modo que puedas combinar productos de diferentes marcas sin perder acceso a tus datos. Ejemplo: si usas una aplicación de almacenamiento en la nube y decides cambiar a otro proveedor, podrás transferir tus archivos y configuraciones sin que sea un proceso complejo o lleno de restricciones.
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Seguridad y equilibrio: la ley garantiza que tus datos sensibles no puedan ser usados ni compartidos sin tu consentimiento, pero también prevé excepciones muy concretas en beneficio del interés general. En situaciones de emergencia, como crisis sanitarias o desastres naturales, las administraciones públicas podrán acceder a determinados datos para proteger a la sociedad. Ejemplo: en caso de una inundación, se podrían utilizar datos de sensores conectados para localizar zonas en riesgo y organizar una respuesta más rápida y eficaz.
Vías de reclamación y contacto con las empresas
El Data Act también establece mecanismos prácticos para que los consumidores podamos ejercer nuestros derechos de forma efectiva:
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Solicitud directa a la empresa: en la práctica, cualquier persona podrá dirigirse a la compañía que fabrica el producto o presta el servicio para pedir acceso, copia o transferencia de sus datos.
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Respuesta en plazos razonables: las empresas estarán obligadas a contestar en un plazo claro y justificado, evitando demoras o silencios.
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Vías electrónicas accesibles: los fabricantes y proveedores deberán ofrecer canales digitales sencillos (formularios en la web, correo electrónico específico, paneles de usuario) para facilitar la gestión de solicitudes.
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Reclamación ante autoridades competentes: si la empresa incumple, el consumidor podrá acudir a las autoridades nacionales de protección de datos o de consumo para exigir el cumplimiento de sus derechos.
Un paso hacia un futuro digital más justo
Para ADICAE, el Data Act representa un avance decisivo en la defensa de los consumidores. En un momento en el que la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías crecen alimentadas por la información personal, resulta esencial que no perdamos el control sobre nuestros datos.
Ser dueños de nuestra información significa decidir cómo se usa, cuándo compartirla y con quién, garantizando tanto nuestra privacidad como la posibilidad de beneficiarnos de su valor. El Data Act abre así la puerta a un futuro digital más justo, equilibrado y transparente, en el que los consumidores dejamos de ser meros generadores de datos para convertirnos en protagonistas activos de la era digital.