El nuevo sistema de información y clasificación de productos financieros aprobado este miércoles por el Gobierno, basado en un ‘semáforo’ de colores y una escala numérica, no garantiza que se vaya a ofrecer más y mejor información al consumidor y, por tanto, que vaya a protegerse sus intereses.

A falta de un análisis profundo de la orden ministerial, ADICAE advierte de que este sistema es demasiado básico y superficial como para detectar los verdaderos riesgos de ciertos productos.

En ausencia de otras medidas complementarias, el semáforo podría acabar convirtiéndose en una nueva salvaguarda para la banca a la hora de comercializar de manera masiva y fraudulenta productos tóxicos, como ya ocurrió con otro instrumento similar (el test de idoneidad que impuso la normativa europea MIFID).

Por ejemplo, este semáforo difícilmente habría evitado el masivo fraude de las participaciones preferentes.

La protección del consumidor no puede limitarse a herramientas informativas aisladas como el ‘semáforo’, pues, más allá de sus posibles carencias, el buen funcionamiento del sistema debe garantizarse mediante una regulación sólida y la actuación de oficio y vinculante de los reguladores, impidiendo la comercialización masiva de productos de riesgo.

LA ALTERNATIVA DE ADICAE

Entre las necesarias garantías reguladoras, ADICAE propone la prohibición de ofertar determinados productos complejos entre el público en general o la elaboración de una sencilla cartera de ‘productos financieros blancos’, que excluyan productos tóxicos, cláusulas abusivas… con unos estándares mínimos de acceso, costes, garantía, seguridad y transparencia.

ADICAE también incide en la importancia de vigilar la publicidad de estos productos, como sus nombres comerciales, que deben responder a su verdadera naturaleza –por ejemplo, términos como «fondos garantizados» llevan a la confusión-.

Para diferenciar este tipo de productos simples –que no de segunda categoría–, ADICAE apuesta por fijar unos estándares mínimos de acceso, costes, garantía, seguridad y transparencia, exigiendo al menos las siguientes cualidades:

– Información imparcial, clara y transparente.

– Ofrecer una buena relación calidad-precio.

– No tiene cargos, comisiones o condiciones ocultas o injustas.

Así, un primer régimen de productos ‘blancos’ podría abarcar las siguientes áreas:

– Producto simple de pago.

– Un producto de ahorro a corto plazo.

– Un producto de inversión a medio plazo.

– Un seguro de protección de pagos básico.

– Un seguro de vida básico.

– Un producto hipotecario básico.

– Un seguro de salud complementario.

– Un seguro de viaje intracomunitario simple.

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