Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria-hipotecaria y la crisis del crédito, podemos encontrarnos en los escaparates de la banca anuncios de ofertas de hipotecas que pretenden la reactivación del mercado como si nada hubiera pasado tras la debacle de las crisis y la recesión. Sin embargo, estas ofertas siguen adoleciendo de los mismos vicios de la etapa de la burbuja: contienen cláusulas engañosas, abusivas, intolerables y que suponen una vuelta más de tornillo a las condiciones para los consumidores.

El objetivo de esta actuación es lograr un aumento de la actividad financiera que derivaría en un uso del crédito no responsable por parte del consumidor, puesto que las entidades sólo prentenden reactivar el suculento negocio hipotecario guardándose las espaldas en la actual situación de morosidad grave.
Las actuales condiciones de las hipotecas, con una subida de los diferenciales que puede estar entre el 1,5% y el 3% cuando los tipos de interés del BCE 1%, pueden crear un espejismo en los consumidores que no se dan cuenta de que vamos necesariamente hacia una época de subida de los tipos.

La exigencia frecuente de unas nóminas de 2.500 euros mensuales; los absurdos 40 o 50 años de plazo de amortización – toda una vida o para varias generaciones-; la imposición de vinculaciones de productos financieros a go go (llama la atención los fondos de pensiones para jóvenes lo que supone prestar dinero para pagar la hipoteca); fórmulas complejas de carencia y flexibilidad engañosa… no son más que el resultado de una Ley de Reforma del Mercado Hipotecario, Ley 41/2007 que importaba las fórmulas y libertad del funesto mercado estadounidense a un mercado en el que no son posibles las hipotecas subprime (si no puedo pagar les entrego las llaves y adiós) por la leonina e inflexible Ley Hipotecaria española, declarada desde hace años por ADICAE como enemigo público número uno de los consumidores y usuarios e instrumento de irresponsabilidad de la banca.

Los analistas, la banca y el Gobierno se empeñan cada tres días en convencernos de que el mercado hipotecario se reactiva, aunque sea tímidamente, aspirando a volver a la situación anterior o similar, sin los necesarios cambios, pensando en restaurar un mercado tóxico que no es la solución sino el problema. Los consumidores y la economía en general, es decir, todos los españoles, han sido las víctimas de este cáncer que es necesario extirpar con toda urgencia y que, por más que se empeñen las entidades, no puede resucitar.

Paradójicamente, en España es necesaria la vivienda para millones de personas, sobre todo jóvenes, inmigrantes, etc pero eso sólo puede ser posible en un marco económico productivo y financiero distinto del actual.
Todos estamos de acuerdo en que el crédito en España es uno de los problemas más graves de la economía y del sistema financiero, particularmente del hipotecario. Pero todo el mundo se pregunta por qué si todas las ayudas del BCE y del Gobierno a la banca se encaminaban a restaurar el crédito a familias y a empresas, éste no arranca más que timidamente y a golpe de ayudas directas.

ADICAE y el Consejo de Consumidores y Usuarios ha hecho muchas propuestas de reactivación de un crédito responsable a las que el Ejecutivo y las entidades hacen oídos sordos. Todo indica, pues, que el ajuste del sector financiero y las ayudas a la banca exigen a la vez un sistema crediticio nuevo pensado para un nuevo modelo productivo y económico.

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