La vergonzosa sucesión de abusos financieros en la última década (cláusulas suelo, preferentes, clips hipotecarios, Forum y Afinsa,’depósitos’ estructurados…) ha puesto en relieve la necesidad de extender entre todos los consumidores la formación en materia financiera. La última reforma educativa, la LOMCE, introducirá en el currículo escolar dos asignaturas optativas en las que se abordarán, si bien desde el sesgo “emprendedor”, los temas financieros. Sin embargo,la educación financiera no es solo cosa de jóvenes estudiantes: ha de llegar a todos los perfiles de población, y ser continua, ya que durante toda su vida deben enfrentarse a una sucesión de decisiones financieras. Parece que se dan algunos progresos en la materia, pero… ¿son suficientes? ¿Se dan en la dirección correcta?

Los consumidores piden más y mejor formación

En el estudio sobre la educación financiera realizado por ADICAE en 2013  , uno de los datos más relevantes es que el 70% de los usuarios consultados quieren más formación porque desean tener más seguridad en su relación con la banca, ya que temen que les cuelen cláusulas abusivas y productos tóxicos. No solo se pide más formación, sino de mejor calidad. Porque… ¿de qué sirve recibir más información si esta no se entiende, solo tiene el objetivo de abrumar al consumidor o está sesgada hacia los intereses de la banca?

¿Quién maneja la educación financiera?

El diagnóstico es claro: hace falta más formación financiera. Sin embargo, el remedio no parece estar siendo el adecuado. El Plan de Educación Financiera, que implantó el Ministerio de Educación a través de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España, tiene el apoyo de la Asocación Española de Banca (AEB) y la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA). Algo que pone en entredicho la independencia del Plan, cuyos contenidos y objetivos dejan bastante que desear.

Por su parte, los bancos también se han puesto a cubrir el hueco de la educación financiera con sus propias inciativas. BBVA ha firmado convenios con varias comunidades autónomas para impartir cursos para niños y adultos. Programas similares tienen Santander y La Caixa. Unicaja ha firmado un convenio con la UNED en este mismo sentido. La información que ofrecen es totalmente tendenciosa.

En el caso de CaixaBank, cuentan con una web específica, ‘Cultura Financiera’, en la que aparecen cosas como un vídeo en el que unos jóvenes se plantean contratar un plan de pensiones “para irse a Acapulco” cuando se retiren. Por su parte, el banco de los Botín financia el portal Finanzas para Mortales, en el que en su material sobre hipotecas se recomienda preguntar por la’cláusula suelo’, pero no se advierte de la condición abusiva de esta cláusula y de sus consecuencias.

Está claro que la banca ha tomado posiciones para, con la aquiescencia de las administraciones públicas, entrar en las aulas e instituciones educativas y convertirse en la gran generadora de contenidos de formación financiera, que en muchos casos se encargan de difundir sus propios empleados. Es un completo error dejar en sus manos la formación, puesto que por su propio interés hará predominar su visión manipulada de la economía y las finanzas, eliminando cualquier atisbo de crítica de las escuelas.

La única manera de que la educación financiera sea independiente y crítica es dejarla en manos de las propias instituciones educativas, sean para niños o para adultos, que deben contar con la experiencia y participación de las asociaciones de consumidores, que son las más pegadas a las necesidades reales y problemas de los consumidores.

La educación por sí sola no protege a los consumidores

Una de las líneas de pensamiento que buscan asentar las entidades financieras con esta estrategia es que la responsabilidad de que no se cometan abusos recae en el consumidor, al que se le carga la obligación de estar preparado para saber qué contrata. Sin embargo, no se puede pretender que la educación financiera palíe el desequilibrio entre entidades y consumidores; la desigualdad de fuerzas hace que el banco siempre tenga la sartén por el mango, y que el usuario no tenga margen de negociación en los términos de un contrato, que se convierte en una simple adhesión a los términos y condiciones que fija la entidad.

Quien debe garantizar en última instancia la protección de los consumidores son las leyes y los organismos supervisores y de consumo, con el impulso de las asociaciones de consumidores.La educación financiera da herramientas al consumidor para tomar mejores decisiones, pero ni sustituye ni complementa los derechos de los usuarios y la correcta regulación del sistema financiero.

Abrir chat
1
💬 Consulta tus dudas de consumo
Escanea el código
Hola👋
Si tienes cualquier consulta o duda sobre consumo puedes hacerla por aquí