¿Cómo definiría la situación hipotecaria actual?
De esquizofrénica e injusta. Por un lado hay un amplio parque de viviendas vacías que no encuentran comprador, pese a la demanda existente por parte de nuevas unidades familiares que se van formando. A los potenciales compradores les resulta muy difícil acceder a su primera vivienda por la severa restricción de crédito, pero también por unos precios que todavía no se han desinflado del todo. Y ello porque las entidades de crédito, poseedoras de la mayoría de estos inmuebles, no permiten que el precio baje.

Y por otro lado existe un creciente número de embargos de vivienda a consumidores, que en la actualidad son tasadas y adjudicadas al banco a precios ridículos y miserables, lo que deja al deudor con una deuda pendiente de pago que el banco no duda en perseguir

A su juicio ¿cuál sería la mejor medida para paliar la situación actual?
No hablaríamos de una, sino de varias. Una reforma de la Ley Hipotecaria justa para los consumidores que contribuyese a pinchar definitivamente la burbuja del crédito y el ladrillo, haciendo bajar los precios. El establecimiento de políticas públicas imaginativas que fomentasen de verdad el acceso a una vivienda digna, aprovechando ese parque vacío de viviendas o fomentando el alquiler. Establecer canales alternativos de financiación justa y razonable a quienes quieran acceder a una primera vivienda, etc.

Desde ADICAE afirman que las medidas adoptadas por el Gobierno para solucionar el problema de las hipotecas son un engaño ¿en qué se basan?
Elevar la cuantía inembargable que regula el artículo 607 de la Ley de Enjuiciamiento Civil hasta 150% del salario mínimo interprofesional es manifiestamente insuficiente e injusto. Y ello porque estamos en el supuesto en el que el consumidor ya ha perdido su vivienda en el procedimiento de embargo y el banco sigue reclamando la deuda. Este es el corazón del problema, un privilegio que no se quiere regular para hacerlo más justo y social, máxime teniendo en cuenta que fueron las entidades las que, a través de tasaciones infladas, concedieron créditos irresponsablemente. Hay que tener en cuenta además que mientras se paga la deuda pendiente se siguen generando intereses que se van a cumulando, por lo que la deuda se alarga en el plazo y en cantidad.

Respecto a la adjudicación de la vivienda al banco por un 60% de su valor de subasta en procedimientos ejecutivos donde no haya postores, es una medida ridícula e insuficiente. El banco puede venderla posteriormente a un “precio de mercado” que siempre será mucho mayor que ese “valor de subasta” y seguir reclamando la deuda al consumidor.

¿En qué situación quedan los avalistas de los créditos? ¿son susceptibles de ser embargados?
Totalmente. El banco puede dirigirse contra los avalistas directamente. Son los grandes olvidados en todas las reformas. Hay que tener en cuenta que en los contratos de préstamo con garantía hipotecaria se establece que los avalistas carecen de “derecho de excusión”, es decir, que se les puede exigir la deuda completa de manera inmediata, aunque no haya resultado fallida la reclamación al deudor principal.

¿Qué van a hacer las entidades bancarias con tantos inmuebles?
Según datos recientes, el stock de viviendas nuevas sin vender cerró el pasado 2010 prácticamente en los mismos niveles que un año antes con un total de 687.523 inmuebles pendientes de encontrar comprador, según datos del Ministerio de Fomento. Bancos y cajas los están utilizando como condición para conceder créditos. El banco o caja te da crédito si compras su vivienda… Eso sí, en condiciones económicas propias de la burbuja inmobiliaria, llegando a conceder hasta el 100% del valor de tasación, porque siguen pensando en hacer negocio y en volver a la burbuja inmobiliaria otra vez, y obtener esos vergonzosos resultados mil millonarios a costa de endeudar a todos los consumidores y a la propia economía.

¿Es cierto que hay países en los que una vez que el banco se queda con la propiedad la deuda queda saldada?
Así es, el ejemplo más recurrente es Estados Unidos. Pero hay que tener en cuenta una cuestión, y es que resulta muy traumático para una familia perder la vivienda, esta debe ser la última opción. Existen en países de nuestro entorno (Francia, Bélgica, Alemania…) mecanismos judiciales legalmente establecidos para evitarlo, por los que un juez puede reordenar la deuda del consumidor, establecer tipos de interés más reducidos, quitas en la deuda pendiente, etc. ADICAE lleva peleando por esta cuestión desde 2002 y hemos hecho alegaciones a la Ley Concursal para establecer un mecanismo específico que permita al consumidor conservar su vivienda y pagar de manera razonable y asumible su deuda.

¿Considera que la Administración mira para otro lado cuando se trata de cuestiones en las que se ponen en juego los intereses de la Banca?
Más que mirar para otro lado lo que hace es mirar en la misma dirección que los intereses bancarios. No quiere hacer reformas necesarias, es decir, reformas justas que reclama la sociedad y organizaciones como ADICAE y que son perfectamente viables. La negativa reiterada de los dos grandes partidos políticos en las Cortes a tramitar estas reformas hipotecarias es buena prueba de ello. Hace tiempo que ADICAE ha denunciado el “Estado Bancario” que impone sus intereses a la ciudadanía y consumidores. No hay más que ver dónde terminan muchos políticos, en grandes empresas y entidades financieras.

¿Cómo cree que va a evolucionar el mercado hipotecario en los próximos meses?
Es difícil hacer previsiones ya que depende de varios factores diversos. Por un lado hay que tener en cuenta que el mayor interés de bancos y cajas de ahorros en la actualidad es captar pasivo para cumplir las exigencias de capital que impone el Real Decreto Ley de febrero de este año. En segundo lugar, existe la necesidad por parte de bancos y cajas de dar salida a un enorme parque inmobiliario que se acumula en su activo y al que deben dar salida en lo posible al precio en que se tasaron. En tercer lugar, la evolución de los tipos de interés es un factor siempre determinante. El Euribor, que es el tipo más utilizado en préstamos hipotecarios, lleva una senda alcista, aunque se ha frenado el dato de mayo.

Lo que está claro es que, si por la Banca fuera, gustosamente volveríamos de nuevo a la rueda del endeudamiento de estos últimos años. Sólo le importa los beneficios a corto plazo, sin tomar en consideración las consecuencias.

Teniendo en cuenta la situación actual, ¿qué consejo o consejos le daría a aquellos dispuestos a hipotecarse?
Entiendo que la pregunta va dirigida a aquellos consumidores que quieren acceder a una vivienda. Hipotecarse para ello es sólo una opción. Les aconsejaría que contemplen otras alternativas como el alquiler. Que ahorren, no es fácil en estos tiempos, pero les pediría que si optan por comprar vivienda hagan un esfuerzo por disponer de una liquidez razonable: cuanto más ahorren menos pedirán al banco. También que acudan a las promociones públicas de vivienda, ya sean en propiedad o en alquiler. Y por último, si no les queda otro remedio que hipotecarse, que inviertan tiempo en mirar con lupa varias ofertas de préstamos y vigilen sus contratos. Para ello es fundamental acudir a asociaciones de consumidores como ADICAE, cuya Plataforma Hipotecaria ya ha asesorado y atendido a más de un millón de consumidores.

¿Cree que hasta el estallido de la crisis los hipotecados no estaban acostumbrados a pensar en el futuro?
Es difícil imaginarse el futuro a 50 años, incluso a 30… Pero este era el plazo al que concedían hipotecas los bancos y cajas. El contexto económico en el que vivíamos era el de la inmediatez, el presente perpetuo. La publicidad ha sido la demostración palpable de un modelo de sociedad que se nos ha querido imponer y donde el futuro carecía de importancia. Y ello era una consecuencia de esa política económica de las grandes empresas financieras de vivir a corto plazo: obtener resultados económicos mejores que el año anterior para que los directivos cobraran más de bonus, independientemente de las consecuencias. Esta era la ideología transmitida y que se ha ido filtrando a la sociedad y a los consumidores. Afortunadamente, si algo positivo ha de quedar de la crisis es la conciencia del consumidor de la necesidad de estar en guardia y prever mejor las consecuencias de sus actos, no dejarse manipular por los exclusivos intereses de las grandes empresas sino consumir con criterio atendiendo a las verdaderas necesidades.

¿Qué soluciones propone para mejorar la situación actual?
Desde la perspectiva de los derechos de los consumidores, la crisis ha dejado varias evidencias. La primera el fracaso de los organismos reguladores, en particular del Banco de España, consciente de una burbuja en crecimiento y que la toleró. Por tanto, hay que exigir responsabilidades a los dos últimos gobernadores del Banco de España y proceder a una reforma profunda de esta institución, con participación efectiva de los representantes de los consumidores y con una política seria de control y supervisión de los derechos de los clientes.

En segundo lugar, proceder de manera inmediata a una reforma profunda de la normativa hipotecaria y del crédito. Los privilegios de la Banca con esta legislación del siglo XIX resultan incompatibles con el derecho social de la protección a los consumidores. Hay que acabar con el carácter fulminante del procedimiento ejecutivo y establecer mecanismos para reordenar y reorientar la deuda de quienes no pueden pagar los créditos de su vivienda. Hay imponderables en la vida de una familia -paro, enfermedad, fallecimiento…- de los que ni es culpable ni puede responsabilizarse sólo el consumidor. Y lo que pedimos ya existe en otros países del entorno europeo.

¿Considera que por parte de las entidades bancarias ha habido una concesión irresponsable de crédito?
Sin duda alguna. Ahí está la prueba, con unos balances catastróficos y un índice de dudosidad en el cobro altísimos. Hay que advertir que la mayor morosidad está en el sector inmobiliario, en los créditos concedidos a promociones inmobiliarias de las que la Banca pensaba sacar tajada sustanciosa, amparada en la propia convicción de que “el piso nunca baja de precio” y en una masa monetaria enorme circulando en el mercado interbancario a coste cero, prácticamente. La banca se creyó su propia mentira. Esto evidencia el hecho de que sin control adecuado, el actual sistema financiero es portador de su propia ruina. El Banco de España conocedor de ello, no intervino, y al final todos pagamos las consecuencias.

Las entidades se defienden alegando que cada uno es responsable de lo que firma. ¿Los usuarios solo se fijaban en la cuota mensual y no pensaban en lo que podía pasar?
El comportamiento descrito en la cuestión anterior es plenamente aplicable al trato que la Banca tuvo con los consumidores a la hora de conceder crédito para acceder a una vivienda. No aplicaron adecuadamente la política de control de riesgos y utilizaron todo tipo de trucos financieros para hacer “sostenible” una deuda monstruosa: alargar el plazo de amortización, establecer “cuotas crecientes” para comenzar pagando cuotas “asumibles” que luego iban creciendo a la par que los tipos hasta convertir en impagables, etc. Quien impone el contrato y nos dice “puede usted firmar”, quien tiene todo el bagaje técnico y todos los conocimientos para evaluar la solvencia y capacidad de pago de un consumidor es a quien debe responsabilizarse en mayor medida. Y no hay que olvidar una cuestión fundamental: son los consumidores quien están llevándose la peor parte de esta crisis, ya que muchos han perdido su vivienda o están en trámites para perderla. Y ello sin que se hayan articulado medidas serias para paliar este drama social. Mientras, bancos y cajas no sólo reciben todo tipo de ayudas públicas, sino que siguen teniendo beneficios y sueldos indecentes.

¿Cuáles son las principales quejas de los usuarios?
Sin duda, el impago de su préstamo hipotecario y el temor a perder su vivienda. Pero hay otras muchas cuestiones que está levantando la crisis y que pone de relieve el monopolístico funcionamiento del sector financiero en España.

Así, la comercialización indiscriminada de productos de ahorro opacos y arriesgados, nada adecuados al perfil de un pequeño ahorrador pero sí a los intereses de bancos y cajas, ávidos por captar pasivo para solucionar sus problemas de balance. Entre ellos, las participaciones preferentes, obligaciones convertibles, etc…. todos ellos productos muy ilíquidos y con elevado riesgo de pérdida en caso de venta en el mercado secundario.

Otro ámbito de reclamación son las comisiones bancarias, una sangría que ha crecido exponencialmente desde la crisis por muy encima del IPC y que supone el otro rescate que los ciudadanos están concediendo a fondo perdido a la Banca. Las comisiones más habituales han crecido espectacularmente en apenas 6 meses. Por ejemplo, la comisión de administración y mantenimiento de cuentas corrientes más de un 14% de media; la de estudio de un préstamo hipotecario un 20%… Y sin embargo, los servicios bancarios son cada vez peores, fruto de la reestructuración bancaria.

¿Es justo que al que no puede pagar su casa además de quitarle el piso, se le siga reclamando el dinero que debe del crédito? ¿Cómo se explica esto para el ciudadano de la calle?
Ni es justo ni es económicamente sostenible para la economía de un país, ya que la persecución bancaria al deudor le puede empujar a la exclusión financiera y a refugiarse en la economía sumergida. La explicación de este privilegio bancario reside en el poder de la Banca, que condiciona y presiona la política legislativa para mantener esos privilegios y reforzarlos. Los ciudadanos de la calle empiezan a ser conscientes de esta posición de dominio, en buena parte porque lo han experimentado en sus propias carnes. De hecho, el Movimiento ciudadano 15M, en el que ADICAE participa activamente, ya se han manifestado ante esta situación de abuso. Sólo con la fuerza organizada de la ciudadanía será posible cambiar esta situación

Existe un movimiento popular que ya ha logrado paralizar varios desalojos ¿qué puede pasar a partir de ahora?
ADICAE está a favor de que la ciudadanía, con el recurso a legítimas actuaciones reivindicativas, ponga en el primer plano de la actualidad y el debate público un problema de tan graves consecuencias sociales. Sin embargo, estas actuaciones deben ir necesariamente acompasadas con un movimiento político que impulse reformas, que haga llegar con el apoyo de toda la ciudadanía propuestas concretas de mejora. De lo contrario puede acabar convirtiéndose en meros espectáculos aislados sin consecuencias. No podemos olvidar ni el elevado número de deshaucios diarios por toda nuestra geografía, ni el hecho de que el juzgado puede ordenar que se vuelva a proceder al mismo. Para ello es fundamental que los consumidores y ciudadanos actuemos organizadamente y apoyemos propuestas serias de cambio. La presión social debe ir dirigida a impulsar cambios y reformas concretas.

Tras el clamor popular contra la banca, ¿se percibe que ésta ha cambiado su forma de actuar?
Quien tiene un privilegio se resiste como gato panza arriba a desprenderse de él. Y hemos de ser conscientes que la Banca tiene un poder inmenso, no sólo económico, sino político y mediático. La lucha no va a ser fácil ni mucho menos. La Banca sigue empeñada en sus contradicciones y sigue actuando igual que en la época de la burbuja inmobiliaria, lo que da una idea de que nada ha cambiado para los clientes. Nos enfrentamos a una nueva banca, pero con las mismas intenciones.

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