No nos gusta hacer de profetas, pero desde que hace tres años diagnosticáramos que el endeudamiento de las familias iba a traer una crisis económica en España de consecuencias imprevisibles nos pusimos manos a la obra para ofrecer a los consumidores y a las instituciones toda clase de alternativas y soluciones que paliaran la grave situación que se estaba avecinando.
Desgraciadamente ha sido predicar en el desierto. Por un lado la insensiblidad y el cretinismo de las entidades financieras, únicamente preocupadas por su cuenta de resultados; y por otro el Gobierno y sus organismos de “regulación” financiera, auténticos perros guardianes de los intereses financieros y bancarios, han impedido que los ciudadanos españoles vean protegidos y garantizados sus legítimos derechos. Pero en el pecado llevarán la penitencia. La crisis les ha alcanzado de lleno a ellos mismos y, aunque se esfuerzan por salvarse y por perpetuar sus maquinaciones especulativas, nada podrá ser igual después de esta crisis.
Parece increíble, pero no lo es, que desde 2007 se hayan embargado por bancos y cajas de ahorros más de 500.000 viviendas y más de un millón de nóminas y cuentas bancarias. Eso quienes las tenían, claro. Esto tiene consecuencias económicas gravísimas y nos va a enseñar a todos los consumidores y usuarios un nuevo modelo de vida y de consumo más satisfactorio y justo. ¡Otro mundo, otra economía, otro tipo de sociedad deben ser posibles! Y, si no lo son, hay que hacerlos posibles.
Este es el momento, porque los responsables de este desaguisado monumental han estado un poco confundidos durante algún tiempo, pero al comprobar que no se les han exigido responsabilidades vuelven sobre sus fueros y ya traman retornar a las mismas o parecidas sendas para cometer próximas fechorías. Se sienten fuertes ante la pasividad, y eso no debemos tolerarlo. Por esta razón es un imperativo necesario la obligación de organizarnos, para no permitir que banqueros, políticos, empresarios, ejecutivos y burocracia nos hagan pagar su corrupción y desvergüenza. Los consumidores debemos superar el conformismo y el fatalismo de “siempre ha sido así” a los que la mayoría de los poderes e ideólogos nos han querido someter durante muchos años.
No cabe duda de que la ciudadanía está desconcertada y angustiada, sobre todo aquellos que más han padecido y pueden padecer en esta crisis. Este miedo es deliberadamente amplificado y fomentado por quienes disponen a su antojo de todos los medios de comunicación. Las grandes empresas y entidades financieras tratan de hacernos comulgar con ruedas de molino con vaticinios catastróficos que sólo buscan como único objetivo incrementar sus beneficios. Es lo que están haciendo con la desinformación interesada sobre las pensiones públicas y los “recortes sociales” que los grandes bancos y el propio Banco de España exigen como “solución”.
¡Mienten y lo saben! La ciudadanía ya tenemos la lección aprendida: con un sistema financiero corrupto como el actual su beneficio es nuestro perjuicio. El refugio en el individualismo sólo ha propiciado que el ataque institucional alcance ya a todos los estratos y esferas. Por eso, la amplia movilización del 29-S ha abierto una puerta a la esperanza y señalado el camino que permite defenderse ante el conservadurismo generalizado de instituciones y poderes, particularmente los bancarios y financieros, enseñoreados como columna vertebral del sistema, sólo en beneficio sangrante de unos pocos que se se llevan cada vez más la parte del león.
El optimismo en la voluntad por construir un mundo mejor es el motor de los movimientos sociales. Pongámoslo en marcha entre todos o acabaremos en la más absoluta de las servidumbres.