Esta última reforma no va dirigida precisamente a solucionar el grave problema hipotecario de un millón de personas que desde 2007 han perdido o están en riesgo de perder su vivienda, para eso el Gobierno prefiere la “voluntad de la Banca”; ni para aquellos que no pueden beneficiarse de las bajadas del Euribor por las cláusulas suelo, clips, o swaps. Tampoco está pensada para aquellos que sufridamente logran ahorrar. Durante los años 2008 a 2011 se colocaron indiscriminadamente a un millón de consumidores inversiones nocivas -participaciones preferentes y otros productos tóxicos- cuando creían que estaban contratando depósitos, creando un ‘corralito’.

Entonces ¿qué entiende por “saneamiento del sector financiero” el legislador? Aunque trata de diversos aspectos, el eje fundamental de la reforma trata de “sanear” los balances de las entidades lastrados por activos inmobiliarios que ya no valen lo que la Banca misma dijo que valían. Para ello se obliga en general a que la Banca aporte una serie de coberturas dependiendo en general de que el activo en su poder sea suelo, promociones en construcción, viviendas. Es una reforma con la mirada puesta en el mercado mayorista de capitales para que las entidades españolas vuelvan a hacer circular el crédito. Esto, claro, es la teoría.

El propio ministro de Economía ya previó que esta operativa iba a suponer a las entidades unos 50.000 millones de euros, es decir, menos para prestar y más para “exprimir” a los consumidores. Pero ¿bajará el precio de la vivienda? Con esta reforma el objetivo es que la Banca saque las viviendas a la venta por un precio reducido. De nuevo en teoría. Que se reactive este mercado dependerá tanto de que el crédito circule como de la evolución de la economía. Como vemos, una espiral diabólica que no deja de señalar al sector financiero como núcleo responsable de la crisis en la que los ciudadanos y consumidores nos estamos llevando la peor parte. Y con una paradoja peligrosa para nuestra economía: querer volver al negocio del ladrillo y el endeudamiento.

Para los consumidores la reforma no va a salir gratis. La ‘gratuidad’ se ha fiado en una nueva ronda de fusiones bancarias, pero lo cierto es que el coste lo van a derivar hacia los clientes: productos tóxicos de ahorro más arriesgados, tipos de interés más elevados en los préstamos, comisiones más caras… Además hay que tener en cuenta que esas fusiones van a agravar el riesgo de oligopolio bancario lo que compromete, todavía más, los derechos de los consumidores. Para ADICAE el verdadero saneamiento del sector financiero para los consumidores sigue siendo la gran asignatura pendiente.

Por Ana Solanas, vicepresidenta de ADICAE.

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