Como adelantábamos en el artículo de opinión “Visita de Benedicto XVI: el negocio vaticano para captar conciencias”, nada tenemos en contra de las ideologías religiosas, ni del cristianismo ni de la aclamación popular y las diferentes formas de vivir el hecho religioso que puedan tener los fieles en estas creencias privadas. Respetando la libertad de pensamiento y creencia, lo que nos llama la atención (y merece la pena reflexionar) es el uso que la jerarquía vaticana hace del marketing para venderse y captar nuevas conciencias.
Como también decíamos antes, la comercialización y la promoción juegan un papel determinante en nuestros días en lo que se refiere a la difusión de ideas, creencias y pensamientos, con el riesgo añadido de que la forma desplace al fondo e impida toda reflexión al respecto. Tal como ya ha denunciado ADICAE en otras ocasiones, el uso de las estrategias mercantilistas ha convertido en verdaderos circos mediáticos, por poner solo un ejemplo, las últimas campañas electorales en España y el resto del mundo, en las que la imagen tiene ya más importancia que el contenido.
Así las cosas, y como no podía ser de otra manera, la jerarquía vaticana no escapa tampoco a esta tendencia, convirtiendo las visitas del Papa (no solo ésta, sino también las anteriores) en un escaparate, rodeándola de magnificencia mercantil y centrando el debate en el aspecto económico de la misma, entre los detractores que denuncian su alto coste económico y los defensores, que aseguran su rentabilidad.
La jerarquía eclesiástica se suma así a un aspecto de la modernidad (el de la rentabilidad), a las últimas tendencias económicas, aún manteniendo su ideología, que no llega a ser revisada para adaptarla a los nuevos tiempos, a los últimos acontecimientos y a la problemática actual que nos rodea.
Poco parece importar ese inmovilismo del fondo cuando las formas evolucionan y hacen posible adquirir todo tipo de recuerdos y souvenirs creados especialmente para la ocasión: desde una edición exclusiva de papel higiénico, pasando por ratones para el ordenador, pulseras-rosario de cuerda, gafas de sol, cantimploras, camisetas, gorras o las mochilas del peregrino (que contienen un evangelio, una guía de la JMJ y los puntos que visitará Ratzinger, un mapa de Madrid, una camiseta, una gorra, un abanico y un rosario). Los hay que también aprovechan este aspecto mediático y marketiniano de la visita del Papa para hacer campaña en contrario, vendiendo recuerdos anti Papa.
En todo caso, y aunque el problema no parecen ser los productos sino la campaña de marketing que los acompaña, en ADICAE estaremos encantados de defender sus derechos como consumidor si los souvenirs no cumplen con la normativa. Y recuerde, nuestras Leyes prohíben la venta de “productos milagro”.