Los incentivos fiscales ya no son lo suficientemente atractivos como para que los consumidores se lancen a la contratación de planes de pensiones privados. Es más, cada día tienen menos interés para el grueso de la ciudadanía. Según un informe efectuado recientemente por el Banco de España las aportaciones a los planes de pensiones privados únicamente ascendieron a 5.606 millones de euros el año pasado, el mínimo en los últimos diez años.
La decadencia de este tipo de productos comenzó en 2007, tras su última rebaja fiscal y la crisis económica ahondó en la herida en 2008. En los últimos cuatro años las aportaciones han sufrido una merma del 28%. Algo de lo que, por otra parte, se han beneficiado los planes de previsión asegurados. Además hay que apuntar que la escasa rentabilidad es uno de los grandes problemas de los planes de pensiones privados.
Según un estudio efectuado por la escuela de negocios IESE la rentabilidad media acumulada por los planes de pensiones en los últimos 3, 5 y 10 años fue muy inferior a la inflación y a la de los bonos del Estado a cualquier plazo. “En muchos casos los inversores perdieron la desgravación fiscal con la que el Estado les indujo a invertir en fondos de pensiones en menos de cinco años”, se asegura.
IESE también denuncia que este “decepcionante” resultado se debe a las elevadas comisiones, a la composición de la cartera y a la gestión activa. El año pasado gestoras y entidades financieras obtuvieron 1.013 millones de euros sólo gracias a las comisiones. Ahora la cartera se ha volcado hacia los títulos de renta fija, con menor rentabilidad pero más seguros.