Aún no hay datos concretos de la anunciada salida a bolsa de Loterías, ya que habrá que esperar a la presentación del folleto (en el que se recogen las condiciones de la OPV) ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y su posterior aprobación. Pero lo que sí se sabe es que, de producirse, ésta será la operación bursátil de mayor volumen en la historia de España.
De momento, lo único que se sabe es que la CNMV podría aprobar el folleto el próximo 29 de septiembre. De ser así, el 19 de octubre (dos días después de fijarse su precio) Loterías saldría a cotizar. En principio, la empresa tendría intención de sacar a Bolsa un 30% de su capital, valorado en más de 21.000 millones de euros. De este dinero, parece que el 60% tratará de captarse a través de pequeños ahorradores, pero el 40% restante vendría de instituciones y otras empresas.
Así las cosas, las entidades financieras podrían acabar siendo protagonistas por partida doble en la salida a Bolsa de Loterías: por un lado, como colocadores (ejerciendo como intermediarios en la venta de las acciones) y, por otro, entrando a participar en el negocio, quedándose parte de las acciones (del 40% correspondiente al tramo institucional) para sí mismos.
Desde que se anunciara la OPV de Loterías, bancos y cajas mostraron rápidamente su interés en tomar parte en su comercialización, en la colocación de acciones previa a la salida a bolsa. Todos querían participar, nadie quería perdérselo porque suponía una oportunidad económica considerable por el volumen de dinero que suponía mover. ¿Veremos el mismo interés por parte de bancos y cajas en adquirir las acciones?
Expertos en jugar con nuestro bolsillo
Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que las entidades financieras son expertas en el manejo de juegos de azar. De hecho, lo hacen cada día con nuestros ahorros, jugando con productos que nos ofrecen una incierta rentabilidad y gestionándolos a su antojo, de tal forma que siempre les generen beneficios.
Es decir, tienen ya experiencia en enriquecerse a costa del dinero de la gente de a pie, de quienes provienen también la mayor parte de los ingresos de Loterías, de esos pequeños consumidores que luchan por llegar a fin de mes y sueñan con dejar de pasar penurias algún día si logran llevarse el premio gordo. Con estos precedentes, no sería extraño que quisieran aprovechar la OPV de Loterías para entrar oficialmente en el negocio.
Arriesgando nuestro dinero
A falta de un mes para el lanzamiento, al haberse adelantado éste a octubre tras el anuncio de las elecciones anticipadas, se habla de un 80% de beneficios destinados al reparto de dividendos a lo que suma el abono de dividendos mensuales. Un anzuelo para atraer inversores, una promesa jugosa si la comparamos con las rentabilidades que actualmente ofrecen bancos y cajas a los consumidores en cualquiera de sus productos, los cuales tienen hoy en día también unas cuotas de riesgo casi tan altas como las de la Bolsa.
De alguna forma, de decidirse a entrar en la compra de acciones de Loterías, los bancos no dejarían de hacer lo mismo de siempre: arriesgar nuestro dinero, buscando mayores ganancias de las que ya tienen, jugarse nuestros ahorros a los dados mientras nosotros hacemos equilibrios para seguir sobreviviendo, jugándonoslos a sus propios productos de azar.
Además, demostrarían una vez más que prefieren invertir en “apuestas seguras” antes que convertirse en verdaderos intermediarios financieros para los ahorradores, y que dan prioridad a una economía que no produce riqueza antes que a una más sostenible.
¿Por qué vender algo que es rentable?
En todo caso, son muchas más las dudas que se plantean en torno a la OPV de Loterías. La operación se está vendiendo además como una garantía para la reducción del déficit español pero, si tan rentables son estas acciones, ¿por qué el Gobierno ha decidido desprenderse de ellas en lugar de quedárselas y, con ellas, los beneficios constantes que van generando?