El INE detecta cada vez mayor riesgo de sobreendeudamiento; urge un plan de choque inmediato

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Según la encuesta de Condiciones de Vida del INE, el 13,5% de los consumidores han tenido retrasos en el pago de recibos vinculados a su vivienda o compras a plazos, la mayor tasa desde 2011. El sobreendeudamiento amenaza a uno de cada seis hogares, y la creciente tasa de riesgo de pobreza es un factor que puede agravar la situación. Ante ello, ADICAE lanza una batería de iniciativas frente al riesgo de sobreendeudamiento familiar, entre las que destaca una Unidad contra el Sobreendeudamiento que dé apoyo directo a los consumidores y reúna a administraciones públicas, entidades financieras y asociaciones de consumidores.

Los datos del INE desvelan una amenaza de sobreendeudamiento creciente de los consumidores, pues el peso de los préstamos no hipotecarios (personales, al consumo, tarjetas….) se incrementa: uno de cada 10 consumidores ya emplea hasta un tercio de su renta mensual al pago de los mismos. Considerando el peso que el pago de la vivienda supone (sea en alquiler o hipoteca) se genera un riesgo evidente de sobreendeudamiento familiar.

El INE señala que casi 6 de cada 10 consumidores no puede ahorrar nada. Un 7,3% necesita pedir prestado para llegar a fin de mes, y un 8,4% consume sus ahorros para ello. Más preocupante aún resulta el caso de los consumidores que viven de alquiler, ya que un 18% de los mismos tienen que pedir prestado para llegar a final de mes, reflejando así el peso que el problema de la vivienda y sus precios tiene en la economía de los consumidores.

Estas cifras no son ajenas al abuso de los oligopolios financiero y energético. El aumento del precio de la luz y los carburantes, la desproporcionada subida de las comisiones bancarias y el sistemático e irresuelto abuso en el crédito inmobiliario, a consumo y ‘revolving’ amenazan la economía de los consumidores.

Ante esta situación, ADICAE lanza una amplia batería de iniciativas para hacer frente a unos riesgos crecientes de sobreendeudamiento de los consumidores, mediante las cuales ofrecerá información y formación a los consumidores sobre dichos riesgos, implementará herramientas virtuales de apoyo a los consumidores en situación de sobreendeudamiento y para la prevención del mismo, y pondrá en marcha una red de acompañamiento, orientación y apoyo para aquellos consumidores que afronten situaciones de imposibilidad de pago de sus préstamos.

Mediante estas y otras iniciativas la Asociación pretende ofrecer respuesta a una situación en la que la tendencia muestra una problemática creciente, en la que préstamos diferentes del hipotecario ganan peso en el endeudamiento de los consumidores. En la misma línea, ADICAE considera necesario abordar una regulación del sobreendeudamiento familiar, habida cuenta de la falta de eficacia para los consumidores de la legislaciones actuales como la llamada “Ley de Segunda Oportunidad”.

La ‘polémica del chuletón’: menos frivolidad y más rigor con los gastos básicos de los consumidores para favorecer la sostenibilidad

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La Encuesta de Presupuestos Familiares del INE confirma que entre los años 2016 y 2020 los gastos básicos de los consumidores tienen cada vez más peso en la cesta de la compra. ‘Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles’ pasan de 8.705 euros a 9.621 euros por hogar. Y el gasto en alimentación, del mismo modo, aumenta más de un diez por ciento, de 4.123 a 4.578 euros por familia, también según el INE. Esto, sin embargo, no se traslada a las cantidades de alimento realmente consumido. Al hilo de la ‘polémica del chuletón’ entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro de Consumo, Alberto Garzón, el consumo de carne en España ha caído un 12,5% en los últimos diez años, lastrado por el aumento de los precios de un mercado muy orientado a la exportación y al oligopolio de la distribución alimentaria.

Por todo ello ADICAE pide a partidos políticos e instituciones que huyan de eslóganes y titulares, y no frivolicen con la cesta básica de los consumidores, cada vez menos asequible para muchos de ellos. Para favorecer la sostenibilidad en el consumo alimentario, como en otros muchos ámbitos, es fundamental un cambio normativo con un enfoque global, profundo y riguroso en el que los consumidores y sus representantes participen de manera real e influyente.

Por vez primera en los últimos diez años, el presupuesto de cada familia en productos cárnicos se eleva por encima de los mil euros, y sin embargo este dinero ha servido para adquirir un 12,5% menos de cantidad de alimento. Es por ello que hay que ser muy cuidadosos con los mensajes que se lanzan, tanto en el sentido de responsabilizar a los consumidores de un exceso de consumo que podría ser cuestionable, como en el sentido de frivolizar con el ‘chuletón al punto’, al que muchas familias no pueden ni acceder.

Un porcentaje cada vez mayor de consumidores no puede comer carne o pescado con regularidad, y el peso cada vez mayor de gastos vinculados a la vivienda, a la energía y los carburantes deja cada vez menos espacio para el consumo alimentario, mucho menos saludable. Por eso ADICAE plantea un debate profundo, que vaya más allá de eslóganes, titulares de prensa y miras a corto plazo, e incluya el acceso a los gastos básicos de los consumidores como materia de consenso al mismo nivel que las pensiones, el diálogo social u otras cuestiones capitales para la sociedad española.

Desde ADICAE venimos trabajando desde hace años en diversas iniciativas y propuestas para que los consumidores conozcan los diversos mercados y sus consecuencias en nuestra economía doméstica y en el medio ambiente. Defendemos que la acción colectiva es determinante no sólo para controlar y mejorar nuestra alimentación, sino también para contribuir a que el sistema se vuelva más sostenible y responsable.

Y ya venimos advirtiendo desde hace tiempo de que alimentos básicos como los lácteos o la carne están sufriendo un descenso de consumo que se configura como un fenómeno inquietante, muy cercano y que sólo podrá revertirse mediante una actitud crítica, responsable y solidaria de los consumidores, una respuesta colectiva hacia la sostenibilidad en la alimentación, una vigilancia plena que permita a todos tener un acceso a precio justo a una dieta saludable. Carnes y pescados frescos son apartados de nuestros platos por elaboraciones procesadas llenas de aditivos, conservantes, aromas…

En este sentido, las palabras de nuestros dirigentes políticos y las normativas de nuestras instituciones deben ser útiles, huir del cortoplacismo y guiarse por las necesidades y las reivindicaciones reales de los consumidores.

El importe medio de las hipotecas en España sube un 12% en dos años; ¿burbuja o abuso?

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Estabilizado el mercado hipotecario en España entre las 300.000 y las 350.000 operaciones firmadas al año desde 2017, según el INE, la tendencia de ese 2021 apunta a un ligero crecimiento del sector, que en ningún caso se dirige a un recalentamiento que haga recordar los tiempos del boom inmobiliario de hace década y media. Salvo por un detalle, el importe de las hipotecas. En abril de este año superó los 139.000 por vez primera desde hacía mucho tiempo. En realidad, no se recuerdan importes semejantes desde el año 2008. ¿Burbuja o abuso? Lo cierto es que menos compradores se enfrentan de nuevo a mayores precios.

O, al menos, a un mercado hipotecario que se encarece. Entre 2012 y 2015, a la vuelta del crack financiero de 2008, el coste total de las hipotecas de media en España apenas pasaba de los 100.000 euros, fruto de un mercado marcado por las consecuencias de la crisis. La firma de hipotecas en aquellos años estaba en el entorno de las 250.000 cada ejercicio, y el stock existente aumentaba la oferta y bajaba los precios. Esa situación empezó a cambiar a partir de 2017.

Ese ejercicio fue el primero que rebasó las 300.000 operaciones firmadas, y el importe medio sobrepasó los 115.000 euros por vez primera desde 2011. Marcaría el inicio de la ‘recuperación’ del mercado inmobiliario… Fundamentalmente en los precios de los inmuebles y el coste de las hipotecas. No tanto en el acceso del crédito por parte de los consumidores, pues la formalización de préstamos no se ha acelerado al mismo ritmo que los precios. En el origen del asunto, el cambio en el perfil del préstamo hipotecario que se ha producido en el último año.

Frente a las hipotecas a tipo variable con menor importe, préstamos de mayor importe con un tipo fijo, cuota estable y constante que teóricamente previene sustos en el futuro pero que, en la práctica, no favorece a los consumidores pues el Euribor sigue en negativo y los expertos predicen que probablemente siga así durante unos cuantos años. El resto proviene de los requisitos de concesión de la banca, que favorecen a rentas más altas, lo que facilita la concesión de más capital.

Papel aparte juegan las refinanciaciones, las novaciones en las que se han convertido buena parte de las moratorias puestas en marcha por las administraciones públicas a consecuencia de la crisis económica derivada de la pandemia. Buena parte de estas novaciones han implicado un cambio en el tipo de interés, nuevo capital prestado y un aumento en el plazo de amortización a cambio de reducir las cuotas hipotecarias. La banca teme un aumento de la morosidad y lo traslada a los costes hipotecarios aunque los datos no respalden su temor.

Así las cosas, se le ha quedado a la banca un muy buen año para elevar su «solvencia y rentabilidad» a costa de los consumidores hipotecados. «En varios estados miembros de la UE, el rápido aumento de los precios de la vivienda y del crédito hipotecario puede agudizar las vulnerabilidades existentes asociadas al endeudamiento de los hogares y a la sobrevaloración de los precios de la vivienda», dice una nota de prensa de la Junta Europea de Riesgo Sistémico evaluando los riesgos de esta situación económica postpandemia. El Banco de España dice que nuestro país no es uno de esos. Más vale.

Rentabilidad o seguridad, la elección imposible para los consumidores

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Esta es la pregunta que posiblemente se hagan todos los consumidores antes de lanzarse al mundo de los productos de ahorro. No es una cuestión baladí, sobre todo, cuando lo que está en juego es el duro esfuerzo de aquellos hogares que consiguen ahorrar, que no es fácil, en este panorama de incertidumbre socioeconómica.

La tasa de ahorro bruto de las familias registró en 2020 un fuerte repunte. Una subida vinculada, en gran medida, a la caída del gasto como consecuencia de la dificultades para hacerlo en este contexto de pandemia y restricciones. Una tormenta perfecta para dar salida a nuestro dinero y de paso garantizarnos un plus de cara al futuro.

Las entidades bancarias han pasado y están pasando por un momento complicado. Bankia con las preferentes o Banco Popular con su resolución fraudulenta han llevado a la ruina a miles de consumidores, personas de a pie que confiaron en su banco para ver rentar sus ahorros. Consumidores a los que ADICAE defiende desde hace años ante estos abusos.

La constante salida a la luz pública de casos de fraude financiero hacia los pequeños ahorradores ha aumentado la desconfianza y recelo hacia las entidades. Todos esos casos han llevado a la banca a potenciar su mala imagen. Sin embargo, en un momento de transformación del modelo bancario, la seguridad de las inversiones se está convirtiendo en el mejor aliado para volver a captar la confianza de los clientes.

La idiosincrasia de ‘el dinero mejor debajo del colchón’ aún está vigente. Bajo esta premisa, nuestro efectivo no se va multiplicar y no aumentaría su rentabilidad, pero sin duda tenemos la seguridad de disponer de él en su totalidad. Así se comportan la mayoría de los consumidores que se atreven con los productos de ahorro. Prueba de ello, es el informe ‘Evolución de los flujos y de los balances financieros de los hogares y de las empresas no financieras en 2020’ publicado por el Banco de España.

En este estudio queda reflejado que en 2020 la inversión de nuestros ahorros en depósitos sigue siendo la opción favorita. Favorita, por la seguridad que reporta a los consumidores, que no es poco, teniendo en cuenta el historial de la banca. Son activos que suponen menos riesgo para el pequeño ahorrador, que en caso de quiebra del banco cuenta además con el fondo de garantías.

Menos rentabilidad que otros productos más arriesgados, por supuesto, pero queda patente que prima más la seguridad de tener tu dinero a buen recaudo. Si analizamos el recorrido de todos los productos de inversión de los últimos cinco años, los depósitos siempre han partido con ventaja. Han sabido ganarse el apoyo de los consumidores que los han ido eligiendo cada vez más en este último lustro, de manera que el peso del depósito en la cartera de ahorro de los consumidores ya se acerca al 40%.

Los depósitos han sido los favoritos en detrimento de otros activos de ahorro como las acciones y otras participaciones. Los fondos de inversión y los planes de pensiones también tienen su público pero entramos, sin duda, en un perfil de un ahorrador más especializado y consciente de los riesgos que asume en aras de mayor rentabilidad.

A la hora de elegir una opción u otra, también hay que tener en cuenta el nivel de conocimientos financieros que ostenta el ‘futurible’ ahorrador. La sociedad en términos generales va poco a podo aprendiendo de los errores del pasado y los relacionados con el sector bancario tienen una sombra muy alargada. Miles de ahorradores perjudicados por malas decisiones teledirigidas por la ‘buena fe de la banca’ y que ahora confían más en su primitivo instinto ahorrador que en la avaricia de conseguir más.

La recuperación de los consumidores en peligro

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Lo que creíamos imposible se ha convertido en posible y real. Lo estamos viviendo… Una pandemia mundial que ha saltado de la ficción en la gran pantalla a la realidad de nuestras vidas y de la que nos va a costar salir más de lo previsto. Los expertos económicos y políticos confían en que saldremos y, además, más reforzados de esta crisis sociosanitaria, pero esto es algo que a día de hoy cuesta creer.

Tan solo hay que mirar los datos. En 2020, el gasto de los hogares europeos se desplomó más del 7% de media con respecto al 2019, según el Banco Central Europeo. Si nos centramos en España, es el país que muestra una caída mayor del gasto, esto es, del 10,9%. Los hogares españoles no han consumido al mismo ritmo que durante los años previos a la crisis sanitaria. De hecho, muchos no han consumido al mismo ritmo y otros tantos, simplemente, no han podido consumir.

Para la mayoría de los consumidores, la cesta de la compra ha pasado a contener solo productos básicos. Los hogares van a tener complicado recuperar el poder adquisitivo y los niveles de consumo de la era pre-covid. Y, sobre todo, se van a ver cada vez más obligados a gastar más en suministros básicos cuyo precio no para de subir; recortamos en la cesta de la compra para poder pagar recibos de luz, agua, etc.

A esto se añaden las subidas de la energía y de los combustibles, ambos elementos fundamentales en la vida cotidiana de los consumidores. Cuando estábamos recluidos en casa sin poder salir, los combustibles cayeron a precios mínimos históricos. Pero, desde entonces, la escalada ha sido descomunal. Los precios de las gasolinas alcanzaron en mayo sus mayores niveles desde 2019, coincidiendo con el fin de las restricciones a la movilidad y del Estado de alarma, según datos del Boletín petrolero de la UE.

Lo mismo ocurre con la energía. A las subidas imposibles en los recibos de la luz se le añade a partir de este mes de junio el famoso cambio en la factura que, de nuevo, nos obliga a nosotros como consumidores a hacer esfuerzos si queremos poder pagar esta ‘comodidad’. La conclusión, los precios en España continúan al alza, la cesta de la compra de los españoles se sigue encareciendo coincidiendo con el inicio de la reactivación económica y el abuso energético nos obliga a pagar más por lo mismo.

Así las cosas, nos vemos forzados a tener que mirar céntimo a céntimo dónde gastamos nuestro dinero. La población en nuestro país es la más preocupada de Europa por su situación financiera: en torno al 25% de los consumidores dicen estar extremadamente preocupados y más del 52%    muestran una gran preocupación. La pandemia ha generado una situación de inseguridad e incertidumbre que se ha apoderado de los consumidores y ello deriva en las preocupaciones financieras que los acechan.

Sería exigible, por consiguiente, que los gobiernos se focalizasen en aliviar las preocupaciones financieras que padecen los consumidores. No solo para contrarrestar la caída del gasto sino, sobre todo, para respaldar el acceso de los colectivos vulnerables a los bienes básicos, fomentar un consumo sostenible que llegue a todos los hogares y contribuir, por tanto, a una recuperación económica más que necesaria, con parámetros inclusivos y de sostenibilidad.

Más información:

Los consumidores quieren ahorrar, pero la mitad de ellos no puede

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