El ‘stock’ de vivienda nueva pendiente de venta sumaba 582.911 unidades al cierre del ejercicio 2012, un volumen similar al que registraba a la conclusión de 2008, el primer ejercicio de la crisis, si bien arrojaba una disminución del 10,3% respecto al máximo de 649.780 viviendas sin vender que registró en 2009. Éste es el resumen que hacen algunas consultoras de la situación del mercado inmobiliario de nueva construcción en España, datado a inicios de 2013.
Un punto de partida que puede ser válido, teniendo en cuenta que el Ministerio de Fomento calcula un poco más al alza esta cifra de pisos nuevos en stock, cercana a los 700.000 hace año y medio. En todo caso, desde que estalló la crisis y se generó este volumen de vivienda nueva sin salida, a pesar de los mensajes de recuperación y las llamadas de la banca a volver al crédito insostenible para ladrillo, como máximo se ha dado salida a un 20% de ese stock, lo que implica que queda un volumen todavía enorme sin vender.
Un volumen lo suficientemente importante como para que el mercado de la vivienda fuese realmente accesible y beneficioso para los consumidores, que han percibido un descenso de los precios de alrededor de un 40% desde los máximos pre-crisis, pero que oyen mensajes interesados que hablan de que estas bajadas de precio han tocado a su fin. Ello a pesar de las casas vacías que aún hay en España, y de que el mercado de alquiler tampoco despega; un mercado propicio para nuevos descensos de precios.
El stock de vivienda vacía que hay en España debería permitir a los consumidores un acceso a la vivienda medianamente cómodo y sin abusos. Sin embargo, hipotecas con comisiones, productos vinculados, cláusulas suelo e intereses abusivos siguen siendo norma común
El INE confirma que en los últimos diez años el parque de viviendas en España creció casi 4,3 millones de unidades, un 20% más, para superar los 25 millones. De este incremento, casi un 90% fue residencia habitual. Otro 10% ha quedado vacío; apenas un porcentaje residual ha sido segunda residencia. Así pues, el ‘ladrillazo’ ha generado un gran volumen de pisos sin vender, y un aluvión de embargos de primera vivienda, más de la mitad de todos los lanzamientos en marcha; consecuencia, un stock especulativo en manos de la banca.
El problema fundamental con este volumen de viviendas sin vender estriba en que es un activo convertido en pasivo, pues fue actividad económica financiada a través de créditos a promotores ahora sin apenas posibilidad de retorno. Activos tóxicos que queman en el balance de la banca, pero ya menos, gracias a los diversos rescates que los consumidores hemos ido proveyendo, en forma de banco malo, subvenciones directas, créditos fiscales, avales… Y abusos, como las comisiones, las cláusulas suelo, los productos de ahorro tóxico como las preferentes…
Cuidado con los ‘chollos’
Así las cosas, la gran mayoría de este stock de viviendas sigue en poder de las entidades financieras, que evidentemente primarán su comercialización y buscarán cualquier treta posible para que el consumidor sea el pagano de esta situación. En forma de precios irreales, jugando con ese stock de manera especulativa. Y, sobre todo, con cláusulas abusivas en las hipotecas, intereses y ‘suelos’ con los que compensar el desastre.