A principios de 2013, ADICAE advirtió sobre los peligros que entrañaban los fondos con objetivo de rentabilidad, por aquel entonces producto estrella de la banca. Estos fondos, cuya denominación comercial lleva a la confusión y que la Comisión Nacional del Mercado de Valores clasifica como productos complejos, se comercializaban con el gancho de una ‘rentabilidad objetivo’, que incluso algunas gestoras situaron en el 8%. Pero esa anunciada rentabilidad no está garantizada, era un ‘objetivo’ que podía cumplirse o no. El paso del tiempo y el devenir de la economía ha demostrado que esta última opción es la más probable.

Lo que ha ocurrido es que, en su mayoría, estos fondos ligaron su rentabilidad a emisiones de deuda pública, que entonces ofrecían altas rentabilidades anuales de entre el 4% y el 6%. El compromiso del Banco Central Europeo de adquirir deuda pública para aliviar la situación económica de los países de la zona euro ha hecho que en la actualidad los bonos y obligaciones del Estado den una rentabilidad mucho menor. Así, en las últimas subastas del Tesoro Público, las letras a tres meses han registrado una rentabilidad del 0,056%, mientras que para los bonos a cinco años ha sido del 0,96%.

 Menor rentabilidad de la prometida o incluso pérdidas  

Esto hace que en productos con un vencimiento a tan largo plazo como son los fondos con objetivo de rentabilidad (algunos lo tienen situado en 2021), la rentabilidad esperada va a ser no solo menor a la publicitada, si no que puede incluso originar pérdidas a los ahorradores. Porque mientras que la retribución va de capa caída, se mantienen los gastos de gestión y demás comisiones. Así, por ejemplo, el fondo BBVA Bonos 2021 tiene al año unos gastos de gestión del 0,95% y unos gastos corrientes del 1,03%. En el momento que estos gastos superen la rentabilidad, este fondo generará pérdidas.

 El momento de salirse, pero… ¿A dónde? 

Ante estas perspectivas, lo recomendable parece traspasar el dinero ahorrado en estos fondos a otros productos. ¿A cuáles? Los fondos con objetivo de rentabilidad fueron el producto al que la banca derivó los ahorros acumulados en los fondos garantizados, y ahora cabe pensar que se puede repetir la estrategia de tratar de que los usuarios suscriban otro producto financiero de riesgo.

En realidad, ya está ocurriendo. Los bajos intereses que dan los depósitos hacen que tener dinero a plazo haya perdido ‘atractivo’ frente a las rentabilidades ofrecidas por fondos de inversión, el producto más promocionado en la actualidad. Las entidades incluso ofrecen bonificaciones por el traspaso de fondos, generalmente a fondos más arriesgados en los que para conseguir una rentabilidad incierta, cuando no pérdidas, es necesario mantener inmovilizados los ahorros durante largos periodos. Puede parecer además que la composición de la cartera es sencilla, pero podría operar con valores complejos, derivados… Activos que pueden escapar del conocimiento del consumidor medio.

Lo más aconsejable para un consumidor que no quiera asumir riesgos es llevar su dinero a un depósito a plazo fijo, con tiempos de retención del ahorro mucho más cortos e intereses que pueden alcanzar el 2%. Eso sí, hay que saber que las rentabilidades más altas llevan aparejado un alto grado de vinculación con la entidad y la necesidad de invertir importantes sumas de dinero, de incluso 30.000 o 50.000 euros. También Puede informarse de estos productos en el Comparador Financiero de ADICAE. Para evitar en lo posible las comisiones por traspasar el dinero, hay que aprovechar las ventanas de liquidez para buscar productos mejores y más seguros. Ante cualquier duda con las condiciones de un producto financiero, acuda a su sede más cercana de ADICAE.

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